La reciente edición de la revista "Entertainment Weekly", que está en circulación hasta el 1 de noviembre (2020), tiene como su principal recomendación ver por Netflix la película "El Juicio de los 7 de Chicago" (The Trial of the Chicago 7). Este filme de Steven Spielberg y con guion de Aaron Sorkin (autor de la serie "The West Wing"), retrata de forma bastante fiel los personajes y acontecimientos que enmarcaron el juicio contra un grupo de activistas que protestaban contra la guerra de Vietnam durante la Convención del Partido Demócrata de Chicago en 1968.
No es coincidencia que la película se estrene ahora, en un momento electoral crucial en los Estados Unidos. Muchas de las acciones realizadas por la administración republicana de Nixon dirigidas a silenciar las protestas contra la guerra de Vietnam, hoy tienen eco en el discurso y acciones del actual mandatario, quien adoptando la misma retórica de "Ley y Orden", enfrenta las protestas del movimiento "Black Lives Matter", organización que está en contra de los abusos contra las minorías raciales en ese país.
Escenas de la cinta donde la policía retira de forma violenta a los manifestantes que quieren acceder a un parque para protestar contra la convención Demócrata en 1968, parecen calcadas de similares actos violentos ocurridos recientemente contra una concentración pacífica de manifestantes en la Plaza Lafayette frente a la Casa Blanca, el primero de junio del 2020. Oportunidad donde la fuerza pública ejerció represión contra miles de ciudadanos con el único objetivo de que el presidente Trump atravesara caminando la plaza para posar en una sección de fotografía sosteniendo una biblia frente a la iglesia de Saint John Episcopal. Se calcula que este acto de fuerza innecesario generó decenas de heridos tanto en los policías que obedecían ordenes como entre los manifestantes.
Desde el punto de vista de la Ciencia Política, el filme presenta una interesante narrativa, con al menos tres razones que apoyan la recomendación para verlo: (1) la película aporta un muy fiel retrato de los diferentes líderes sociales de la época, sus organizaciones y sus diferentes posturas ideológicas. (2) Es una buena historia que permite abordar temas de control social, debido a que ilustra las diferentes herramientas que un estado tiene para vigilar situaciones de protesta y los múltiples errores que los gobiernos democráticos pueden cometer ejerciendo de forma equivocada su autoridad. (3) Ofrece diferentes puntos de referencia para las personas interesadas en la relación entre las variables políticas y culturales.
A continuación, un avance de la película y un breve desarrollo de estos tres puntos.
Tráiler de la Película
(1) Retrato de los diferentes líderes sociales de la época, sus organizaciones y sus diferencias ideológicas
La película "El juicio de los 7 de Chicago" nos ubica en un periodo donde recientemente habían sido asesinados grandes líderes sociales y políticos: Martin Luther King (1929-1968), Malcolm X (1925-1965) y Bobby Kennedy (1925-1968). Es un momento donde la recién posesionada administración republicana de Richard Nixon intenta darle un golpe de gracia a los nuevos cuadros de líderes que estaban surgiendo y que impulsaban el movimiento pacifista en contra de la Guerra de Vietnam.
Estas figuras acusadas de "conspiración para incitar a un motín" durante los días de la convención Demócrata del 68 fueron: Abbie Hoffman y Jerry Rubin cofundadores del Partido Internacional de la Juventud (Youth International Party, "Yippies"), Tom Hayden y Rennie Davis, activistas del grupo Estudiantes por una Sociedad Democrática (SDS-Students for a Democratic Society), David Dellinger miembro de la Liga de Resistencia a la Guerra (War Resisters League), la más antigua organización pacifista en los Estados Unidos, John Froines y Lee Weiner (académicos, organizadores de estructuras de bases), y Bobby Seale, dirigente nacional del grupo de reivindicación afroamericana, las Panteras Negras (The Black Panthers). El filme hace una muy buena representación de cada uno de estos personajes, al igual que de los diálogos, coincidencias y confrontaciones internas que se llevaron a cabo durante este juicio. Por motivos que claramente se ilustran en la película, uno de los acusados fue retirado del juicio, de ahí el nombre: "Los 7 de Chicago."
Entre las fortalezas de esta película está la de mostrar varios contrastes que facilitan entender mejor la complejidad de los eventos. Por ejemplo, respecto a las tácticas de los diferentes movimientos, el filme ilustra cómo Hoffman y Rubin de los "Yippies" (mejor conocidos como Hippies) intentan hacer una revolución cultural pacifista usando diferentes actos simbólicos que confrontaban violencia con expresiones de amor y espiritualidad, como el caso de ponerle flores en las bocas de los cañones a las armas de los soldados, o el reunirse a meditar frente al Pentágono para intentar levitar el edificio. Cuando se les cuestiona la eficiencia de estos métodos, ellos dicen que es un recurso que se tiene, siendo una organización sin capacidad económica, para llamar la atención de los medios y así intentar influenciar a la opinión publica. La cultura judía de estos dos miembros de los Yippies, la cual se observa claramente en su particular sentido del humor es también una herramienta política que contrasta con la visión de Hayden y Davis, ambos de descendencia irlandesa y miembros del SDS. Este grupo de ideología radical también se presenta luchando por obtener un cambio social, pero a través del proceso electoral.
Una tercera dimensión del grupo la ofrece Bobby Seale quien, aunque dice no saber usar armas, si representa una organización (The Black Panthers) que revindica su uso, posiblemente como un último recurso de protección y emancipación de la comunidad afroamericana. La cuarta "rueda" de esta narrativa la constituyen John Froines y Lee Weiner, quienes, desde una postura, no-organizacional, si apoyan las causas pacifistas y se sienten orgullosos de ser parte de tan selecto grupo de líderes sociales. A lo largo del filme se observa un proceso en el que muchos de estos personajes se van reconociendo y a través del diálogo, limando sus diferencias en pos de organizar un frente común contra la administración Nixon.
Un segundo contraste está representado por los fiscales Richard Schultz y Tom Foran (el jefe) y el juez Julius Hoffman. Mirando algunas escenas desde una postura weberiana se puede observar que existe un conflicto entre dos formas de ejercer la autoridad. Una alternativa "tradicional" representada por el juez Hoffman y una más "racional" encarnada por el fiscal Schultz. Las partes coinciden en el objetivo de castigar a los jóvenes activistas pero sus diferentes posturas inducen a claros enfrentamientos entre ellos. Esto, por ejemplo, se refleja en el trato que se le da a los acusados.
Un tercer contraste ocurre entre William Ramsey Clark, quien dirigió el Departamento de Justicia bajo la previa presidencia del demócrata Lyndon B. Johnson y que encontró en su momento que los acusados eran inocentes, y su sucesor John N. Mitchell quien bajo las órdenes de la administración entrante de Richard Nixon decidió ignorar las anteriores investigaciones y adelantar el juicio contra los "7 de Chicago." Aunque la película no lo dice, Clark pasará a la historia por ser el autor de importantes legislaciones en beneficio de las minorías afroamericanas, como las actas a favor de sus Derechos Electorales (1965) y la aún más famosa ratificando sus Derechos Civiles (1968). Por el contrario, Mitchell es recordado por usar el Departamento de Justicia de forma ilegal para proteger al presidente Nixon. Como resultado de esto, terminó en la cárcel por intentar encubrir el caso Watergate.
(2) Mal uso del control social como mecanismo para escalar el conflicto
El estudio del "Control Social" es una de las materias en la que la Sociología colinda con la Ciencia Política. La película "El juicio de los 7 de Chicago" fácilmente se relaciona con un fenómeno de estudio en esta materia donde se investiga cómo el mal uso de los organismos de control es un factor determinante en el aumento del conflicto social. Uno de los sociólogos que trabaja este tema es Gary T. Marx de MIT, quien en su artículo: "Las ironías del control social" (Título completo en inglés: "Ironies of Social Control: Authorities as Contributors to Deviance through Escalation, Nonenforcement and Covert Facilitation") publicado en la revista académica Social Forces, 1981, menciona cómo las autoridades pueden exacerbar una situación generando más conflicto a través de tres medios: (1) Escalando la confrontación con el ejercicio de más fuerza de la necesaria, (2) no aplicando la ley a tiempo y (3) realizando operaciones encubiertas.
La película ilustra estas tres situaciones. Por ejemplo, se proyectan varias escenas donde la policía genera la escalación del conflicto. En una de ellas, se observa que el punto inicial de la pelea entre los agentes y los manifestantes ocurrió cuando un grupo de seis uniformados ataca de forma violenta a un joven que intenta subir por una asta, posiblemente para ver mejor a los oradores en un teatro al aire libre. El excesivo uso de fuerza causo la intervención de otros participantes para defender al muchacho, esto incrementó la violencia por parte de la policía. En otra escena se observa cómo la guardia nacional va guiando a grupos de manifestantes a puntos de confrontación donde ellos no tienen posibilidades de escapar o rendirse ante fuerzas más numerosas y mejor armadas. El filme muestra a los agentes escondiendo sus placas y otras formas de identificarlos antes de atacar a los manifestantes.
Hay escenas donde se ve cómo por no aplicar la ley a tiempo el conflicto se incrementa. En una de ellas, a los manifestantes se les permitió pasar la noche en un parque pese a no tener permiso para hacerlo. A la mañana siguiente, 800 de ellos salieron a marchar por las calles de Chicago para protestar por el arresto de Tom Hayden, pero cuando intentaron regresar al parque donde habían pernoctado, la policía decidió en esta oportunidad no dejarlos ingresar, situación vista como arbitraria por los manifestantes, que desencadenó otra confrontación violenta entre ellos y los cuerpos de seguridad.
Por último, la cinta también muestra como estas organizaciones sociales habían sido infiltradas por agentes encubiertos de organismos de seguridad. Algunos de estos, para ganar la confianza de los líderes de las protestas les ofrecían conseguirles drogas, insinuaban intereses amorosos y hasta les daban consejos tácticos para maniobrar las acciones antimotines de la policía. Para Gary T. Marx, este tipo de ayuda encubierta hace que los lideres se sientan más confiados y decididos para tomar acciones más arriesgadas.
Las anteriores son solo tres variables que explican cómo la mala aplicación de mecanismos de control social en vez de aplacar una protesta, incrementa su nivel de violencia. Aunque sobrepasa el objetivo de este artículo, cabe anotar que la película muestra otros ángulos de estudio para complementar este análisis. Por ejemplo, ilustra, cómo al enjuiciar a integrantes de varias organizaciones en un mismo caso, lo que el estado logró fue que ellos se empezaran a comunicar entre sí, fortalecieran sus lazos de amistad e integraran sus esfuerzos contra la administración Nixon. Todos estos resultados contrarios a lo que el gobierno quería obtener con este juicio.
(3) La interrelación entre las variables políticas y culturales
En varios apartes de la película se puede observar cómo el movimiento pacifista que lucha contra la guerra de Vietnam se nutre de la contracultura del momento. Por ejemplo, se presenta el caso de un miembro del jurado que está leyendo un libro de James Baldwin, escritor afroamericano quien, a través de sus novelas, denuncia situaciones de desigualdad racial en ese país.
También durante la marcha aparece el personaje del admirado poeta Allen Ginsberg, destacado miembro de la Generación Beat, quien a través de sus cantos budistas tibetanos trata de canalizar energía en los participantes. Otras escenas con la intervención de grupos musicales y de adicionales elementos culturales de la época, refuerzan la riqueza narrativa de estas organizaciones sociales.
Conclusión
La película es altamente recomendada para cualquier persona interesada en asunto políticos relacionados con activismo, movimientos sociales y acciones judiciales. También es un buen punto de partida para aquellos con deseos de profundizar en el estudio de esa época y especialmente el impacto que los movimientos contraculturales tienen en los Estados Unidos. Debido a que varios de los líderes representados en este filme tienen una carrera política muy interesante que trasciende este juicio, resulta bastante recomendable investigar cómo sus trayectorias políticas siguieron evolucionando después de este episodio en la corte. Muy seguramente las personas que hagan esta averiguación se encontraran con más de una sorpresa.
Aunque existen muchas similitudes entre la visión ideológica de Nixon y Trump respecto a criminalizar las protestas sociales realizadas por minorías étnicas o que busquen reivindicaciones económicas, varios factores hacen que la inclinación por reprimir hoy sea menos atractiva. El hecho de que, en muchas ciudades de los Estados Unidos, las autoridades locales se hayan puesto del lado de las marchas pacíficas, no solo legitimizan sus reclamos, sino que también dificultan el ejercicio equivocado de control social por parte de los organismos de seguridad. Por ejemplo, después de ordenar la represión a los manifestantes del parque Lafayette frente a la Casa Blanca, ningún funcionario de la administración Trump asumió la responsabilidad de haber dado esta orden.
Adicionalmente, la posibilidad que todo el mundo tiene de gravar videos y compartirlos en las redes sociales, dificulta encubrir actos ilegales cometidos tanto por la policía como por los activistas. Por último, hoy en día muchas de las estructuras de las organizaciones sociales en los Estados Unidos están mejor preparadas para apoyar de forma integral a sus simpatizantes en caso de que eventos de violencia como los ilustrados en la película vuelvan a ocurrir.
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Este artículo fue escrito por Mauricio Florez Morris, Ph.D. El autor ha sido profesor en las facultades de Ciencia Política y Sociología en University of Maryland, George Washington University, Georgetown University, y North Virginia Community College en los Estados Unidos. En la Universidad del Rosario y la Universidad Javeriana en Colombia, al igual que en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad del Salvador en la Argentina.
Su actual interés académico se centra en temas relacionados con los estudios de opinión pública, campañas electorales, marketing, liderazgo y psicología política. Es miembro de la American Association of Political Consultants (AAPC), la American Political Science Association (APSA) y la American Sociological Association (ASA), al igual que de la Asociación Colombiana de Consultores Políticos (ACOPOL). Ha trabajado en campañas electorales para organizaciones afiliadas al Partido Demócrata en los Estados Unidos.
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