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Mauricio Florez Morris, Ph. D.

La película que algunas corporaciones no quieren que usted vea


Basada en hechos reales, la cinta "El Precio de la Verdad" (Titulo original: "Dark Waters"), muestra el lado oscuro de la compañía Norteamericana DuPont, la cual por muchas décadas produjo compuestos químicos causantes de serias enfermedades, como el cáncer, que afectan una infinidad de personas en el mundo. Miles de víctimas de estas prácticas, ya han recibido millonarias indemnizaciones de esta multinacional. Si durante su vida ha preparado huevos fritos en una sartén de teflón, ha tenido alfombras sintéticas, ha usado algunas lineas de cosméticos, ha limpiado muebles con líquidos comerciales, ha cambiado el fluido de un motor, se ha alimentado de comida rápida sacándola de un empaque caliente, ha tenido contacto con la espuma de un extinguidor o ha trabajado con telas, enchapados metálicos o semiconductores, seguramente su organismo ha sido contaminado por un género de químicos conocidos como PFAS (Sustancias alquílicas per y polifluoradas) que incluye componentes como el PFOA ( Ácido perfluorooctanoico ) y el PFOS (Ácido perfluorooctanosulfónico). Inclusive en los Estados Unidos se calcula que más de 100 millones de personas han ingerido agua contaminada con estos materiales tóxicos.

El teflón y otros productos similares, de acuerdo con los más avanzados estudios epidemiológicos hasta ahora realizados, causan al menos seis enfermedades: Cáncer en los riñones, cáncer en los testículos, colitis ulcerosa, enfermedades de la tiroides, alto colesterol y preeclampsia (tensión arterial alta durante el embarazo que puede causar daños en el hígado y riñones de la madre y el hijo).

Adicionalmente un número aún más extenso de problemas de salud como el cáncer en la próstata, deformaciones de los fetos y ataques cerebro vasculares son asociados con estos químicos. Aún hoy, la amenaza de compuestos como el PFAS sigue vigente debido a que es una sustancia biopersistente (que no se elimina fácilmente del cuerpo) y es bioacumulativa (que el cuerpo la va acumulando). Es inclusive una amenaza para los recién nacidos. Esto lo demuestra un estudio hecho por la Universidad John Hopkins donde se comprobó que, de trecientos bebes, el 99% había sido contaminado con este tóxico, por la madre, a través del cordón umbilical.

El tema de la película se centra en la lucha del abogado Robert Bilott para desenmascarar décadas de malas prácticas de la compañía DuPont que a sabiendas del daño a la salud de las personas y al grave deterioro del medio ambiente que el PFAS causaba, prefirieron guardar silencio para proteger sus ganancias. Este es un litigio que aún hoy continua, por lo que no es difícil imaginar las razones por las cuales la película "El Precio de la Verdad" ha tenido tan poca difusión en muchos países de América Latina. Inclusive algunas salas de cine que habían anunciado su presentación y que tenían ya preparado su material publicitario, a último momento decidieron no proyectar la cinta.

Por supuesto, este tipo de filmes es relevante para todas las personas interesadas en temas políticos y jurídicos, especialmente aquellos en el contexto de la salud pública y políticas ambientales. "El Precio de la Verdad" nos recuerda otras cintas como "Erin Brockovich" (2000) donde Julia Roberts lucha contra la polución de una compañía y "A Civil Action" (1999) donde John Travolta y Robert Duvall recrean los acontecimientos ocurridos en el caso "Anderson versus Cryovac", en que se litiga la contaminación del agua en Woburn, Massachusetts, en los 80s.

Sin embargo, a diferencia de estas dos películas que enfatizan situaciones de contaminación relativamente locales, "El Precio de la Verdad" formula una denuncia a nivel global, pues todas las personas de una forma u otra han sido expuestas a sustancias de tipo PFAS (Componentes alquílicos per y polifluorados) producidos por DuPont, 3M y otras compañías químicas. No es casualidad que estos materiales tóxicos ya hayan sido prohibidos en Canadá y en varios países europeos. Por eso la dimensión real de las denuncias presentas por el filme "El Precio de la Verdad" se asemejan más al famoso libro "Primavera Silenciosa" (1962) de Rachel Carson donde se discute el efecto letal a nivel global que tienen los pesticidas.

A continuación, se ofrecen otros breves comentarios de la película, complementados con anotaciones hechas por el personaje del filme, el abogado Robert Bilott en su libro: "Exposure: Poisened Water, Corporate Greed, and One Lawyer´s twenty-Year Battle against DuPont" (2019) [Desenmascarando: Agua Envenenada, Avaricia Corporativa, y Veinte Años de un Abogado Luchando contra Dupont]. Por ejemplo, este texto nos ilustra que el peligro de una sustancia tóxica depende de su grado de concentración, el cual se mide en PPB (partes por billón). Para hacer más entendible la peligrosidad del PFAS producido por DuPont, Bilott explica que mientras es seguro consumir arsénico disuelto en agua en cantidades menores a 10 ppb y plomo disuelto en agua en cantidades menores a 15 ppb, los documentos internos de DuPont alertaban que PFAS solo era seguro de consumir a niveles inferiores a 1ppb. (Algo así como una gota en una piscina).

Como la película lo denuncia, los niveles de PFAS en los desechos químicos que se vertían en fuentes de agua potable en el vecindario de la planta de DuPont en Parkersburg, West Virginia llegaban a niveles muchísimo más altos. Por supuesto, fuentes independientes de la corporación, hoy en día aconsejan concentraciones aún más reducidas de PFAS. Este es el caso del estudio realizado por Philippe Grandjean de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y Richard Clapp de la Universidad de Massachusetts-Lowell que aconsejan un nivel seguro para ingerir PFAS que ronda por los 0.001 ppb. (Mil veces más bajo que los estándares que manejaba DuPont).

¿Cómo se inventó el PFAS? ¿Cómo el abogado Bilott realmente descubrió el efecto negativo que esta sustancia tiene en la población? y ¿Cuál es el estado de esta disputa jurídica y política actualmente en el 2020? Son algunos de los puntos que se tratan a continuación.

Ver avance del "El Precio de la Verdad"

 

Tanto el libro como la película ofrecen una buena descripción de la forma como se empezaron a descubrir las actividades aberrantes de la compañía DuPont. El proceso lo inicia el granjero Wilbur Earl Tennant, quien tiene una finca ganadera cerca de Parkersburg, tercera ciudad en importancia del Estado de West Virginia y que con angustia ve que sus reses, al igual que la flora y fauna silvestre se está muriendo. El empieza a sospechar del líquido brumoso y del manto de espuma que acompaña el agua del arroyo "Dry Run", del cual no solo bebe su ganado, sino que alimenta varios acueductos locales. De hecho, la película se inicia con una escena donde se ve a un grupo de adolescentes que ingresa furtivamente a este arroyo para tomar cerveza y nadar durante la noche. Ellos son confrontados por trabajadores de DuPont quienes desde una lancha están tratando de ocultar los signos de contaminación del agua.

Inicialmente el granjero Eart Tennant manda cartas solicitándole explicaciones tanto a DuPont como a varias entidades del gobierno. También se dedica a recolectar muestras de agua, a tomar fotografías y sacar vídeos de cientos de sus animales muertos, y hasta realizar autopsias del ganado donde encuentra tumores y otros signos de que algo muy malo está pasando. Debido a que sus solicitudes fueron ignoradas, como último recurso decide contratar al abogado Robert Bilott, para que le ayude a aclarar lo que está pasando en su granja.

Un interesante aspecto humano del filme sucede cuando el granjero contacta por primera vez a Bilott, por recomendación de la abuela del abogado, y este solamente por no hacer quedar mal a su familia le pasa al teléfono. Durante estos primeros contactos Bilott trata de explicarle que, aunque él es experto en temas de medio ambiente, su firma se dedica a defender las corporaciones, por lo que no era la persona indicada para trabajar en este caso. Pese a esto, ante la persistencia del granjero, el abogado empieza a mirar las evidencias recolectadas y a tomar en serio esta querella, que a la postre definió no solo su perfil profesional sino toda su identidad.

Un aspecto interesante del filme, visto desde la psicología social, es el proceso de evolución de la identidad de Bilott. Al principio de la cinta él se ve como un litigante tecnócrata, cuyo principal interés es ascender dentro de la firma y ganar dinero. En la medida en que la película avanza vemos su transformación en un líder social interesado en el bienestar de la comunidad. Presiones sociales de la familia, de la firma de abogados y de la comunidad en general van moldeando su cambio de identidad. Para las personas que no ejercen el Derecho, el libro de Bilott es especialmente útil explicando las enormes diferencias culturales que existen entre los abogados demandantes y los abogados defensores de corporaciones. Sin duda para Robert Bilott el haber trabajado por muchos años a favor de multinacionales, le dio un bagaje de conocimientos jurídicos muy amplio sin el cual no hubiera podido enfrentar exitosamente todas las estrategias diseñadas por el ejército de abogados que lo enfrentaron.

SI bien el libro de Bilott "Exposure" puede ser de alto interés para cualquier abogado, pues las estrategias jurídicas que se emplean están mucho mejor narradas que en la película, el texto no es menos llamativo para personas interesadas en la influencia que las corporaciones tienen en el desarrollo de la química. Por ejemplo, el libro sitúa el origen del PFAS en 1930, cuando el laboratorista, Roy Plunkett produce por equivocación el teflón. Se dice que él estaba intentando crear un nuevo refrigerante pues los existentes en ese momento (amoníaco, propano, dióxido de azufre y clorometano) tenían características que los hacia tóxicos, inflamables y explosivos. (Propiedades, por supuesto, que un consumidor promedio no va a querer tener en los insumos utilizados en la construcción de su nevera.) Entonces, por un error de experimentación, Plunkett encontró que la sustancia que estaba intentado crear tenía las propiedades de adherirse a un cilindro de acero y, al mismo tiempo, ser resbalosa frente a otros materiales, teniendo un coeficiente de fricción similar al del hielo. En vez de declarar su experimento un error y descartar la sustancia, Plunkett decidió continuar explorando las propiedades de este nuevo componente, lo que lo llevo a descubrir el teflón.

Ya para finales de los años 30s, el primer uso de este material fue militar. Durante el famoso "Manhattan Project" se empleó para cubrir el interior del tubo que contenía la bomba atómica. Sin el teflón hubiera sido imposible evitar que el plutonio, un químico altamente corrosivo, carcomiera las partes metálicas de la bomba. Igualmente, esta sustancia se utilizó para recubrir los explosivos que contenían ácido nítrico, entre ellos la famosa nitroglicerina y el TNT (trinitrotolueno). Inclusive se usó para proteger los depósitos de gasolina de los tanques de guerra. Su utilidad consistía en disminuir la fricción, lo que claramente facilitaba el transporte de sustancias explosivas.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1945), compañías como 3M y DuPont le buscaron al teflón nuevos usos en la vida civil. Pero ya para 1954 investigadores en DuPont empezaron a observar y estudiar los efectos de la alta toxicidad del PFAS. Los primeros indicios se hicieron visibles tanto en los efectos negativos en la salud de los trabajadores de la compañía como en experimentos de laboratorio con animales. Pese a esto ninguna información fue compartida con el gobierno. Peor aún, los desechos industriales que contenían PFAS y sustancias similares fueron depositados en barriles y lanzados en altamar. Esta práctica duro hasta 1972 cuando el gobierno norteamericano paso la ley "Marine Protection, Research, and Sanctuary Act" que prohibía botar los desperdicios químicos al océano.

Frente a la nueva reglamentación, DuPont empezó a comprar terrenos alrededor de sus plantas químicas para depositar sus residuos industriales. Uno de estos casos fue la planta Washington Work, en Parkersburg, West Virginia, vecina al granjero Tennant, la cual le compró tierras a su familia, con el compromiso de no depositar en estos rellenos sanitarios ningún material toxico. Cabe aclarar que DuPont no infringió este acuerdo con los Tennant porque el PFAS y otras sustancias similares que empezaron a ser depositadas en estos terrenos, no eran consideradas por el gobierno material peligroso. Y aquí el quid de la cuestión, esto se debió a que ninguna compañía química que trabajaba con PFAS le compartió al gobierno los resultados de sus estudios donde claramente se observaba su alta toxicidad.

Para 1976, en los Estados Unidos, entró en vigor una nueva legislación llamada TSCA (Toxic Substance Control Act), que exigía una rigurosa evaluación por parte de los organismos del estado, de cualquier nueva substancia que se quisiera usar. La ley fue muy bien recibida por las corporaciones pues a su vez ratificaba la potestad que ellas tenían para autoevaluar el uso de las miles de sustancias que ya habían sido creadas. Esta nueva reglamentación solamente les pedía a las industrias que reportaran a la Agencia de Protección Ambiental (sigla en inglés EPA), las sustancias que ellas consideraran podían causar un peligro para la salud y el medio ambiente. Haciendo uso de esta legislación compañías como DuPont y 3M continuaron sin informar los daños que el PFAS producía. Claramente este es un caso emblemático que muestra la importancia que tiene el estado como regulador de industrias que puedan afectar negativamente la salud pública.

En concreto, el no haber reportado la peligrosidad del PFAS, logró que estos químicos no entraran en la lista de sustancias toxicas para ser investigadas cuando se sospechaba de una contaminación. En el caso específico del granjero Tennant, el gobierno envió una comisión mixta integrada por inspectores del gobierno e investigadores de DuPont, llamada "Cattle Team" (Equipo de ganado), para analizar lo que estaba sucediendo en su finca. El resultado de este estudio mostró que se notaba el mal olor, nubes de moscas, espuma en el agua y una degradación ambiental generalizada que estaba acabando con la fauna y flora del sector. Cómo no se encontraron causas químicas concretas del problema, el "Cattle team" concluyó que posiblemente esto se debía a un mal manejo de la granja por parte de Tennant. Cabe anotar que en este momento los investigadores de DuPont ya sabían que el problema era ocasionado por el PFAS que la planta desechaba, pero no dijeron nada a sus colegas del gobierno.

La clave para entender la ventaja que las compañías como DuPont y 3M tenían sobre los reguladores del gobierno, es que una investigación a ciegas para medir la contaminación del agua nunca puede mostrar todos los componentes químicos que está contiene. Lo que en realidad se hace es una batería de pruebas para establecer la presencia o no de cada posible componente tóxico que se sospecha está presente. Las sustancias que se estudian son los que están clasificadas en la lista oficial de contaminantes. Debido a que las corporaciones no habían reportado la toxicidad del PFAS, el gobierno no tenía razón para sospechar o inclusive interesarse en este químico. Adicionalmente casi todos los expertos que conocían la forma de detectar el PFAS y sus nefastos efectos, trabajaban directa o indirectamente para estas grandes corporaciones.

Frente a la capacidad de ocultar información que tenia DuPont y a la falta de resultados reales del gobierno, el abogado Bilott inicia una demanda contra esta multinacional y empieza a solicitarle documentos sobre los desechos industriales que estaba arrojando en los terrenos adyacentes a la granja de Tennant. Posiblemente una de las escenas más reales de la película ocurre cuando la oficina del abogado demandante es literalmente inundada con cientos de cajas de documentos producidos por DuPont. Esta táctica de abrumar a los abogados de la contraparte con miles de papeles y así aumentar el costo del litigio, fue una de las muchas tentativas que hizo DuPont para frenar la demanda.

Sin embargo, por el libro nos enteramos de que gracias a la decisión de Bilott de estudiar y clasificar cada una de las miles de hojas enviadas, descubrió algunos documentos sueltos, que le permitieron encontrar referencias a una sustancia cancerígena (PFAS) que se estaba usando en la producción dentro de la planta. Esto lo llevo a solicitar otros documentos faltantes. Las dificultades, presentadas en el libro, que encontró esta investigación jurídica fueron muchísimas. Por ejemplo, una de ellas era la falta de consistencia que se le daba a las denominaciones del PFAS en los documentos. Internamente a veces se lo llamaba PFOA (Acido Perfluoorooctanoico), pero otros tres nombres se usaban: APFO, FC-143, y hasta C8 (debido a las 8 moléculas de carbono). Una vez desenmascarado el nombre del tóxico, DuPont ya no tenía posibilidades de ocultarlo, solo podía decir que no tenía efectos negativos conocidos en la salud humana. Aseveración falsa que contradecía muchos de los reportes internos de la compañía.

Se necesitó bastante trabajo de escritorio con expertos para establecer que todos los documentos apuntaban hacia una misma sustancia. Fue este proceso de estudiar folios, encontrar información faltante que la compañía quería ocultar y solicitarla por vía legales, lo que a la postre le permitió al abogado Bilott construir un caso exitoso contra esta poderosa corporación. Por ejemplo, entre los documentos que el abogado encontró había un estudio interno donde se observan niveles de contaminación de agua con PFAS que llegaban a 1600 ppb (partes por billón). Es decir, la toxicidad era 1600 veces más alta de lo que la misma empresa consideraba segura.

Por razones cinematográficas, el filme le resta importancia a los cientos de horas de trabajo de escritorio que el abogado dedico a leer documentos y por el contrario enfatiza el momento en que manejando, por las calles de Parkersburg, ciudad cercana a la finca de los Tennant, el abogado notó que varios niños tenían sus dientes negros. En realidad, este episodio fue importante no tanto para identificar la posible sustancia que DuPont estaba desechando y filtrando en el agua, sino para establecer que la contaminación no solo afectaba a las granjas vecinas a la planta sino a toda la población del Condado de Wood donde esta localizada la ciudad de Parkersburg.

Aunque el granjero y su familia, quienes ya tenían muchos problemas de salud causados por la contaminación, llegaron a un acuerdo financiero con DuPont, para el abogado Bilott, el problema de la comunidad continuaba porque esta corporación persistía en botar los residuos químicos en el agua que finalmente llegaba hasta el río Ohio. Esta preocupación se socializó, originando que varios de los habitantes de Parkersburg iniciaran una demanda colectiva (class action) contra DuPont.

Una consecuencia interesante de esto es la polarización de la población entre los demandantes y los fieles a esta multinacional. Pese a que el agua de la planta estaba envenenando a todos los habitantes, un importante grupo de ellos se resistía a creer y prefería enfocarse en todas las cosas buenas que esta empresa había hecho por el pueblo. Los beneficios iban desde generar muchos empleos de calidad hasta donar fondos para importantes instituciones locales. Se decía que el simple hecho de tener un trabajo en la planta de DuPont elevaba el estatus social de las personas y les garantizaba hasta créditos automáticos en los bancos. Por supuesto, haciendo eco de algunos líderes de opinión de la comunidad que estaban en la nómina de DuPont, mucha gente acusaba a los demandantes de ser oportunistas y vividores.

Sin embargo, como resultado de la demanda colectiva, DuPont llegó a un acuerdo con la comunidad donde se decidió monitorear los niveles de PFAS en el agua, instalar filtros donde fuera necesario y costear uno de los estudios epidemiológicos más grandes en la historia, que incluyó a 69,000 de las posibles 80,000 personas que vivían cerca de la planta. Después de 7 años de investigación se encontró que el PFAS causaba las seis enfermedades ya mencionadas (Cáncer en los riñones, cáncer en los testículos, colitis ulcerosa, enfermedades de la tiroides, alto colesterol y preeclampsia.) Pese a que DuPont se había comprometido a aceptar los resultados de la investigación, una vez se conoció que era adversa, esta fue atacada por la compañía. Lo anterior originó nuevos litigios a nivel individual, todos los cuales fueron ganados por las víctimas. Finalmente, en el año 2017, DuPont decidió negociar un acuerdo con el grupo de demandantes, 3,500 personas, donde la corporación pagó cerca de $670 millones de dólares en compensaciones.

Posiblemente para simplificar la narrativa, la película se enfoca en el trabajo legal que el abogado Bilott realizó. En realidad, hay un amplio número de personas e instituciones sin los cuales los litigios contra DuPont hubieran sido menos exitosos. Sin duda una pieza clave para descubrir los hechos delictivos de esta compañía, fue el papel del sistema judicial, y en especial, el del septuagenario juez Hill quien siempre dentro de los parámetros legales resistió todas las presiones imaginables de la corporación y exigió la entrega de documentos que la empresa quería esconder. Irónicamente, al inicio de la querella, los abogados de DuPont estaban muy contentos de que el caso fuera llevado en Parkersburg, sede de la planta, donde la compañía tenía muchos aliados. Sin embargo, cuando el juez empezó a fallar a favor de Bilott, hicieron todo lo posible para descalificar al magistrado.

Adicionalmente de poder operar dentro de un sistema jurídico realmente imparcial e incorruptible, Bilott también fue beneficiado por un importante número de líderes sociales y grupos ecologistas que aportaron su conocimiento a la causa. Entre ellos, el libro destaca al "The Environmental Working Group" (EWG) en Washington DC. Esta es una ONG que aglutina a científicos, abogados, expertos en políticas públicas y comunicadores dedicados a recolectar datos científicos y traducirlos en términos coloquiales a la comunidad. En el 2003, esta organización publicó una serie de notas periodísticas enfocadas en los efectos nocivos que el PFAS tenía en las personas. La información generó gran atención en la opinión publica porque en sus artículos se enfatizaba que estas sustancias son de mayor peligrosidad que otros químicos como el DDT, el PBCs y el Dioxin.

Este trabajo de difusión, finalmente llego a los principales medios de comunicación del país. Un ejemplo, ilustrado en la película, es una escena con la célebre periodista Barbara Walters del programa 20/20 de ABC News, donde presenta los riesgos que el teflón genera en las personas que cocinan con ollas que contienen esta sustancia. Frente a una audiencia de más de 9.6 millones de televidentes se explicó que cuando un utensilio con teflón llega a 290 grados Celsius, este empieza a soltar sustancias tóxicas que se depositan en los alimentos que se preparan, y cuando se alcanza una temperatura de 360 grados, se pueden desprender hasta 6 diferentes tipos de gases tóxicos. Los periodistas explicaban que estos niveles de temperatura no exceden los usualmente utilizados en la preparación de muchos alimentos.

Aunque la película termina con la victoria que logro Bilott en su demanda colectiva hecha por los pobladores de Parkersburg, West Virginia, la historia aún no ha terminado. Similares demandas han prosperado en otros Estados de USA y en otros países, y cada vez más se reconoce el daño a nivel global que industrias químicas como DuPont y 3M han causado. En el 2019, basándose en pruebas irrefutables y siguiendo el ejemplo de otros países, el Congreso de los Estados Unidos aprobó legislación calificando el PFOA y similares químicos (PFOS) como "sustancias peligrosas".

Cuadro que resume la actual legislación en los Estados Unidos sobre el PFAS

Igualmente Bilott inició una nueva demanda colectiva, esta vez a nombre de 326 millones de norteamericanos cuya salud ha sido potencialmente afectada por estas corporaciones. Adicionalmente, gracias a la publicidad lograda por estos casos, la comunidad científica ahora tiene mayores incentivos y recursos para estudiar este tipo de sustancias. Hasta el momento las más recientes investigaciones indican que los químicos desarrollados por DuPont para reemplazar el uso del PFOA y el PFOS, denominadas "GenX", son igualmente tóxicos y cancerígenos. En otras palabras, los productos con materiales similares al teflón que hoy se pueden comprar en las tiendas aparentemente no son seguros. Por último, cabe anotar que ni la película, ni el libro mencionan alguna gestión de gobiernos u ONGs en America Latina sobre este tema.

Adicionalmente a la película "El Precio de la Verdad", se recomienda ver el documental "The Devil We Know" (2018), que participó en el Sundance Film Festival del mismo año y que también incluye valiosa información sobre este caso.

Avance del documental

Gráfica con la evolución del GENX (el sustituto del PFAS)

Este artículo fue escrito por Mauricio Florez Morris, Ph.D. El autor ha sido profesor en las facultades de Ciencia Política y Sociología en University of Maryland, George Washington University, Georgetown University, y North Virginia Community College en los Estados Unidos. En la Universidad del Rosario y la Universidad Javeriana en Colombia, al igual que en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad del Salvador en la Argentina.

Su actual interés académico se centra en temas relacionados con los estudios de opinión pública, campañas electorales, marketing, liderazgo y psicología política. Es miembro de la American Political Science Association (APSA) y la American Sociological Association (ASA), al igual que de la Asociación Colombiana de Consultores Políticos (ACOPOL). Ha trabajado en campañas electorales para organizaciones afiliadas al Partido Demócrata en los Estados Unidos.

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